24/6/17

Rafa y las drogas


Desde los 16 hasta los 19 años tuve el pelo largo. Llegó un momento en que me llegaba hasta los hombros y antes de cortarlo fue cuando comencé a dejarme la barba. Si alguien me hubiera visto en ese momento, y por la forma en que hablaba y sobretodo la forma en que defendía el uso de las drogas, afirmaría que yo consumía drogas. 

Y hay anécdotas divertidísimas sobre eso. Cuando iba a los conciertos, no había lugar en el que no me pidieran hierba y pues nunca traía (obviamente). Lo más divertido es que, minutos después de que alguien lo hiciera, la persona que me pedía regresaba y me ofrecía. Así pasaba en todos los conciertos. Hasta en esos que parecía que sólo iban alumnos de la Ibero. Era mi pan de cada concierto. 

Y ahí se ve que oportunidades he tenido muchas, demasiadas diría yo, de ingerir drogas. Pero no sé por qué, la lucha de las drogas en el país me ha pegado demasiado. No puedo pensar en ingerir algo que ha costado miles de vidas humanas. Sí, tal vez soy hipócrita entonces por ingerir carne o tener un celular. Pero es que siempre pienso mucho las  cosas y eso, cuando quieres probar cosas nuevas, NUNCA FUNCIONA.

Soy el más ñoño y codo del mundo, a veces, y eso me hizo que, por ejemplo, cuando comencé a tomar alcohol, fue porque siempre cooperaba en las "fiestas" y yo nunca tomaba nada de lo que daba. Entonces un día decidí comenzar a consumir para lo que había ayudado. Así de ñoño y así de codo. 

Mi historia vino a que ayer vi un capítulo de "Lugo y las drogas" y es increíble cómo un canal así puede ayudarte a consumir drogas de una manera más responsable. No estoy para nada en desacuerdo. Digo, si ya lo estás haciendo, pues simplemente hazlo de la manera más responsable. 



29/4/17

Siempre me he sentido raro



Recientemente chocamos en el auto en el que íbamos y mi sobrina comenzó a llorar de preocupación por lo que pasaba. Muchos gritos, mucha gente, poco que entender y mucho de lo que preocuparse.

Pero lo que a mí me pasó después, fue realmente increíble para mí.

 Recordé cómo un día, como a los 6 o 7 años, regresando de alguna parte con mis padres, yo en la parte de atrás del carro, comencé a llorar sin sentido alguno y, al no tener sentido, lo busqué. Y eso fue lo que realmente me hizo que llorara aún más. No sé si es normal que a esa edad te comiences a preguntar del por qué de la vida, de la existencia y hacia donde vamos todos, pero en ese momento me lo pregunté y la respuesta fue lo que hizo que comenzara a llorar aún más fuerte. Me di cuenta que estamos en el mundo sin un sentido, que somos seres infinitamente mínimos, que así como estamos, un día cualquiera, pum, desaparecemos.
También fue el día que me planteé la idea de que todos podríamos ser producto de una imaginación, que vivimos dentro de un gran sueño de un ser más grande que nosotros y que, de un momento a otro, decide deshacerse de nuestra existencia por el simple hecho de que ya no quiere que vivamos en su imaginación.

No sé si eso le pase a todos a esa edad, pero a mí sí me pasó. Nunca lo platiqué con mis padres y algunas veces que platicaba mi teoría con mis amigos, me tachaban de raro. Creo aún en estos momentos me tacharían de raro. Ese día, me prometí no llorar de nuevo y es una promesa que cumplí hasta los bien entrados 16 años. Y llorar lo que se dice llorar, no lo logré. Sólo saqué una lagrima al ver el final de "Dancer in the dark". Marcó tanto para mí ese momento, que la considero una de mis películas favoritas.

Y llorar, lo que se dice llorar, ya entrados los 20. Pero bueno, eso es otra historia.

Aún sigo creyendo que existimos por un ser superior. Que estamos aquí por el producto de una imaginación o que, inclusive, si nos esforzamos demasiado, podemos colapsar el sistema imaginario en el que vivimos y desaparecer completamente. Sin pena ni gloria. Y, como eso es lo que no quiero, cuando comienzo a pensar demasiado, paro. No vaya a ser que sí se cumpla.

Sí. Soy un miedoso demasiado raro.

28/3/17

Estoy en busca de la casa del migrante





Viajo en transporte público todos los días y todos los días ves cosas impresionantes, pero llega un momento en que dices: viajo tanto que ya lo vi todo. Ya nada me puede impresionar. Asaltos exprés, inundaciones, choques, camiones descompuestos, rutas desconocidas e historias raras son el pan de cada día, no sólo mío, sino de millones de personas en esta ciudad. 

Pero ninguna de esas cosas me había pegado tan duro como lo que acabo de ver y escuchar. A la altura de San Cristobal, Ecatepec, se subió una persona fuera de lo normal a la combi. Se notaba nervioso y volteaba a todos lados. Mis malas experiencias en asaltos sólo pensaron lo peor, pero cuando pagó su pasaje todo comenzó a esclarecerse. Le pondré el nombre de Juan porque desgraciadamente nunca le pregunté su nombre. 

Bueno, Juan comenzó preguntando por una dirección: ¿voy bien para la delegación Cuauhtémoc? Todos nos quedamos con cara de interrogación. Es que, voy a una dirección. Casi no sé escribir pero sí se leer, pero me la aprendí. Voy a Río Pánuco 81 a buscar suerte. Una casa del migrante y, si nadie sabe cómo llegar, ¿sabrán cómo llego a Huehuetoca?

Todos nos quedamos sorprendidos por su humanidad. Juan, una persona en apariencia sencilla, playera amarilla chillante, pantalón de mezclilla, una barba de al menos 3 semanas y una chamarra verde en la mano, es Salvadoreño. Vino a México a buscar suerte, y estaba feliz por encontrar gente tan buena en el transporte. Contó que su sueño nunca fue llegar a Estados Unidos porque "ahí no saben tratar a la gente". 

Salió del Salvador hace más de 60 días con la esperanza de darle a su familia (su esposa y unas gemelas de 9 años) una mejor calidad de vida. Ya no le alcanzaba para mantenerlas. Su sueldo como soldador, de apenas 3mil pesos salvadoreños a la semana, apenas le alcanzaba para vivir. 2mil pesos, contaba, se iba en el "impuesto de guerra" que se paga a ciertos grupos para que te dejen trabajar y que, en caso de no pagarlos, está amenazado en que violarán a sus hijas y su esposa. Es por eso que Juan vinó a México y que, con una sonrisa en el rostro contaba que México es como un paraíso para él. No existe tanta violencia, la gente es amable, existe mucho trabajo y bien pagado y que, sobre todo, tiene seguridad en hacer lo que a él más le gusta, que es trabajar. 

Juan lleva más de 2 meses fuera de su hogar y ha vivido lo pocos desearíamos vivir. Ha visto cómo han violado a mujeres en el transcurso de su viaje, y fue forzado a verlo con tal de dejarlo seguir. Se ha escondido de 36 retenes, los tengo contados, decía, saltando de camiones en movimiento hacia la selva o el bosque. Cuando nos platicaba todo esto, un señor se atrevió a decir: pues no te creas, aquí estamos igual o peor. Juan respondió: Aquí, yo estoy como en el paraíso. 

Las personas que estaban en la combi le dieron sus bendiciones y dinero, para cualquier complicación que se encontrara en el camino. Yo lo acompañé a tomar el metrobus y, con mucha alegría me decía, yo quiero conocer el metro pero, al entrar en el metrobus sólo atinó a decir: esto es mejor que el metro. Va bien rápido y vamos mejor que los carros. 

Antes de bajar se quedó viendo a la gente y me dijo: aquí las mujeres están bien bonitas. Cuídenlas mucho, no quisiera que les pasara lo que pasa en mi casa. 

Ojalá Juan haya encontrado la casa del migrante que buscaba. Ojalá pronto encuentre un trabajo. Ojalá pronto regrese a su hogar con su familia. 

Mucho éxito Juan.

24/1/17

Museo de la Ciudad de México. Montar una exposición para una marca y fracasar en el intento.




Estamos a sólo 5 días de que la exposición "Duffy/Bowie Five Sessions" termine en Museo de la Ciudad de México, y sólo puedo decir una cosa: que mala exposición.

Y sí, tal vez yo no conozco absolutamente nada de curaduría (que ese trabajo ya venía hecho al traer la exposición), ni mucho menos de museografía, pero lo que realmente me molesta es que su afán(?) por conseguir público hiciera que descuidaran tantos aspectos.

La museografía dejaba mucho que desear. Al entrar a la exposición lo primero que te recibía era una mesa con souvenirs de la exposición, sin siquiera haber visto nada, seguido de una pequeña introducción y de ahí, NADA.

Mucha gente comenzaba a adentrarse a la exposición por la izquierda (la mayoría) y justo ese era el final de la exposición. Y no estoy juzgando a la gente que empieza por el final, sino al hecho de que al crear una museografía hay que buscar que esta dialogue con el visitante. Que no se sienta perdido dentro de la exposición.

Yo comencé por la derecha, después de regresar de la izquierda al darme cuenta que en una mampara de información tenía como título "Quinta serie". Ok, comencé en la mampara 1, leí el inicio de relaciones entre Duffy y Bowie, seguí el sentido de las fotografías y al cruzarme con la segunda mampara de información decía "Cuarta serie".

Tal vez suene un poco dramático, pero el museo tenía el presupuesto suficiente para hacer una buena museografía. No se trataba únicamente de montar fotografías en el patio. ¿Y cómo sé lo del presupuesto? La exposición fue auspiciada por 1800 y XX. Tal vez no sé cómo funcionan los presupuestos ni las auspiciones de marcas en museos gubernamentales, pero al menos sé que te fijarías (como marca) en que lo que estás promoviendo esté bien realizado.

Después de una segunda visita me di cuenta que las fotos tienen cédulas, cada una, EN EL PISO.

Y sí, tal vez es mucho berrinche de mi parte pero es más por el hecho de que mucha gente fue con ilusión a ver la exposición. Fans, curiosos, gente que pasaba porque el museo era gratis, y lo más triste era ver a la gente decepcionada, con comentarios como "¡qué! ¿Es todo?" y creo, que si se hubiera logrado un buen diálogo con el público, no importaba si eran 2 fotografías o 100, él lo agradecería.

Páginas completas en revistas digitales, información de boca en boca, grandes reseñas de gente que ni fue a la exposición (como Dónde Ir que se dedica a enaltecer exposiciones que aún no están ni realizadas), hacen pensar en qué papel juegan los medios y, sobre todo, las instituciones en este tipo de exposiciones tan pobres.

9/1/17

¿Por qué estudié diseño? Spoiler: Aún no lo sé.

Resultado de imagen para i am a designer meme

Alguien me preguntó hoy el por qué comencé a estudiar diseño.

Me paré de la cama, fui a picar algo a la cocina (porque con comida pienso mejor, según yo) y contesté lo siguiente:

Transcribo...